Imaginad que vais en un coche descapotado que se mueve con motor eléctrico, sin ruido; y sin carretera que te obligue a mantener una dirección determinada...
El sonido es el del agua, el de la brisa, y el de la naturaleza que nos rodea... ¡y nada más!
La fuerza motriz, el empuje del viento, que hincha las velas y, con ello, mueve el barco. Potencia que se siente en el timón, en un juego de fuerzas que nos hace avanzar en la dirección que uno quiere...
En esa sensación de libertad, uno se pierde... y se centra en hacer bien "las cosas del barco", olvidándose de otras que nos agobian en tierra firme. Navegar es una terapia mental, que te ayuda a colocar las cada cosa en su sitio.
Hay que reconocer que navegando en el mar estas sensaciones se multiplican, quizás por su dimensión y por la existencia de mayores olas; pero, en cambio, el pantano ofrece unas condiciones excepcionales para le aprendizaje y perfeccionamiento náutico. Practicar en un embalse obliga a desarrollar más la técnica y la destreza, por la necesidad de hacer más maniobras y más precisas, apurando las distancias y ajustando continuamente las velas...
Y, ¿qué pasa en El Burguillo?

En el Burguillo hay que destacar el Valle de Iruelas, Reserva Natural que podréis conocer desde el barco: su paisaje verde, su fauna, sus playas...
El pantano del Burguillo es el gran desconocido, y está a solo 80 km de Madrid o Toledo y 40 km de Ávila...
¡Cuando vuelves a casa tienes la sensación de haber invertido bien tu tiempo, con amigos o familia!